“¿Qué hicieron con el cuerpo de mi hija?”
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emma fue víctima de secuestro en 2011. Y hasta la fecha no ha aparecido. Por casi cinco años, su papá, Pedro Mávil, la buscó, con la esperanza de que siguiera viva, hasta que una persona que laboraba en la Fiscalía General de Justicia le confesó que le dolía verlo sufrir por no conocer el paradero de su hija; entonces, le proporcionó el número de una carpeta que contenía información sobre el homicidio de una persona que podía ser Gemma.

"Para mí era una llave para saber lo que había pasado a mi hija", dice Pedro, recordando la esperanza que despertó la información que hasta ese momento desconocía.

La carpeta contiene el acta del levantamiento del cuerpo de una mujer, en calidad de desconocida. A Pedro le tomaron muestras de ADN, las cuales coincidían con el registro genético del cuerpo. Ello confirmaba la muerte de Gemma, pero no había información sobre la disposición del cadáver. ¿Dónde quedó? Nadie sabía.

Pedro inició su propia investigación para encontrarla. Los primeros indicios apuntaban a que podía haber sido inhumada en una fosa común del Panteón Palo Verde. Pedro intentó ubicarla en tres fosas distintas y exigió a las autoridades que exhumaran los restos. Fue imposible. "Ahí me di perfectamente cuenta de que, desgraciadamente a ellos (autoridades) les vale un comino el dolor ajeno. Hacen las cosas a modo para no involucrarse”, dice Pedro.

Un día, encaró a una perito de la Dirección de Servicios Periciales de la Fiscalía de Justicia de Veracruz que podía saber dónde yacían los restos de Gemma. Frente a un juez de control, en una sala de audiencias, la funcionaria declaró que el cadáver pudo haber sido donado a la Universidad del Conde, en Coatepec, un centro de estudios superiores que imparte la maestría en Medicina Estética y Longevidad, para ser usado en prácticas estudiantiles.

Protesta de familiares de personas desaparecidas.
Cuartoscuro

La respuesta dejó impávido a Pedro. No entendía cómo el cuerpo de su hija Gemma pudo haber sido entregado a una universidad por la Fiscalía General de Justicia local, siendo que desde el día en que recibió la llamada de sus secuestradores exigiendo su rescate, había aportado todos los datos para su identificación.

Pedro intentó comprobar la versión de la perito de que el cuerpo de Gemma pudo haber sido donado a esa universidad o a otra, pero se topó con una serie de irregularidades burocráticas que truncaron su búsqueda. Hasta el día de hoy, no logra conocer el paradero de su hija.

En reiteradas ocasiones se solicitó una postura por parte de la Universidad del Conde, pero no se obtuvo respuesta.

Pedro Mávil revisa el área de fosa común en el panteón Palo Verde de Xalapa, Veracruz.

“Nunca hubo un protocolo que obedeciera a darle un trato digno de identificación genética a los cuerpos que llegaban en calidad de desconocidos. No había trato digno, no había respeto, como si fueran viles animales”, lamenta.

Desde el año 2000 hasta la fecha, 51 cadáveres fueron enviados a universidades particulares de Veracruz, de acuerdo con un registro del Instituto de Medicina Forense de la Universidad Veracruzana (UV). Sin embargo, este documento no contiene registros de donaciones a la Universidad del Conde. En el oficio IMF 51/2019, el jefe del Área de Acceso a la Información Pública de la Universidad Veracruzana, Carlos Villanueva, reconoce que sólo cuentan con “una relación que era actualizada por los empleados que laboraron en el área del Servicio Médico Forense en los años descritos”.

Otros 228 cadáveres fueron enviados durante las últimas dos décadas a las 10 facultades de medicina de la UV, según el oficio IMF 94/2019. Sin embargo, Carlos Villanueva, en el documento obtenido a través de una solicitud vía Transparencia en mayo de 2019, reconoce que la institución no cuenta con la documentación requerida para cada donación, “pues los cadáveres pasaban bajo resguardo del Instituto de Medicina Forense por falta de espacio y condiciones, a los anfiteatros de las distintas facultades de medicina por periodo de un año de los cadáveres no identificados”.

OFICIO IMF 51/2019
OFICIO IMF 94/2019

La razón que da Villanueva sobre esa falta de documentación es que forma parte “de las investigaciones que realizan los fiscales y las autoridades correspondientes, quienes tienen la exclusividad de las carpetas de investigación, y concentran los informes y/o dictámenes emitidos de los casos que investigan”.

A pesar de que la UV tiene el registro de la cantidad de cuerpos recibidos durante las dos décadas pasadas, la Dirección General de Servicios Periciales de la Fiscalía estatal niega oficialmente haber donado cuerpos, cráneos, osamentas o restos óseos a ninguna autoridad o institución educativa.

Un libro para estudiar

Para un alumno de medicina, un cadáver donado a su universidad es “su primer paciente, su primer libro, su primer acercamiento al cuerpo humano, a la disección a través de planos anatómicos para identificación de estructuras anatómicas”. Así lo define el doctor Diego Pineda Martínez, responsable del Programa de Donación de Cuerpos de la UNAM.

Pineda explica que, en esta universidad, los cadáveres también son utilizados por alumnos de cirugía y de posgrados, médicos que necesitan mejorar sus habilidades quirúrgicas para reducir la posibilidad de errores, así como desarrollar investigación científica. Especifica que los cuerpos no pueden provenir de víctimas de violencia, pues están ligados a investigaciones judiciales que necesitan desahogarse.

Este catedrático recomienda a las universidades estatales que, para evitar problemas legales y apegarse a las buenas prácticas internacionales, atiendan con cuidado los aspectos legales de la donación de cadáveres; “para que no quede ningún hueco ahí, deben cuidar muy bien los trámites”, subraya.

Para Pedro Mávil, la responsabilidad principal es de la Fiscalía de Veracruz, por carecer de la documentación que –por ley– debe mantener de cada uno de los casos de donación, y perfiles genéticos registrados antes de ser entregados a las universidades.

“¿Dónde está el cuerpo de mi hija?”, cuestiona Pedro. “Fue el mismo gobierno del Estado, que ya tenía en su custodia el cuerpo de mi hija y me la desapareció”.